La oscuridad se cernía sobre el pueblo de Trasmoz, como si fuera una manta fría que cubría cada rincón. La Bruja, con sus ojos amarillos y su mirada fría, estaba obsesionada con un proyecto: resucitar a sus cinco hermanas brujas desaparecidas.
Era una tarea que requería de un gran poder, y para ello, necesitaba la ayuda de aquellos que estaban dispuestos a practicar la magia negra. Los rituales eran extraños y aterradores: Runas, Orientación, Lectura de Manos, Voodoo, Conjuros, Observación, Tarot, Pócimas, Exorcismo y Ouija.
Cada uno de ellos servía para conseguir recuperar a las brujas, pero también para sumergirse en un mundo oscuro y peligroso. La Bruja no les daba elección, era una orden.
Aquellos que se negaban a ayudarla, eran castigados con una muerte terrible, maldiciones y hechizos. Aquellos que aceptaban, debían estar preparados para enfrentarse a lo desconocido, a lo inexplicable, a lo que está más allá de la vida y la muerte.
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